Para Érase una vez el amor pero tuve que matarlo
Una se mete a escribir porque piensa que es una forma fácil de hacer fama y dinero, porque no tiene oficio ni beneficio, porque si lo hacen mamarrachos como Casimira Larumbe o nicómedes Leyva una también puede hacerlo, porque no es buena para los números, porque en su realidad no pasa nada, porque no fue capaz de pegarle a la señora gorda que se subió a la combi sin hacer la fila correspondiente, porque en un restaurante no puede roer los huesos del pollo al final de la comida, porque no quiere ser abogada ni pobre, porque se sabe perdida, porque la Internet no es sólo una herramienta de trabajo, porque las chicas de hoy quieren parecerse a las modelos de las grandes firmas, porque la misoginia se intensifica de mujer a mujer, porque la andropausia y el cunilingus son propios del hombre, porque tomarse dos litros de agua al día es una estrategia de mercadotecnia que vende la tele, porque las presentaciones de libros escasean en filosofía y letras de la UAG, porque la juventud de hoy vive ensimismada en sus propias ansiedades, porque los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de las manos y siempre sobran dedos, porque no tiene caso leer si no se tiene una visión clara del mundo, porque existe una vos angelical que pertenece a una mujer impredecible llamada Marielena, porque siempre hay una lucha que enfrentar, porque la mayoría de los hombres prefiere beber y tener sexo con una chica buenísima a tenerlo con una inteligente y pobre en voluptuosidades.
Una se mete a escribir porque a los chicos guapos les gusta platicar con poetas o narradoras, porque necesita una coartada para echar la hueva, porque escribir es mejor que multiplicar, porque cree que la corrupción no alcanza a las narradoras, porque nada vale tanto como hacer el amor mientras le recitas un poema a tu pareja, porque la miseria es enemiga de los ambiciosos, porque la hace sentir superior y esto último aleja los conflictos internos sin ayuda del psicólogo, porque todo mundo mata de día y de noche y la justicia permanece dormida, porque Cortázar se parece con el Che Guevara, porque no hay nada mejor que pretender escribir cuando no se ha leído ni siquiera un libro completo en la vida. Una se mete a escribir porque no escupió a la profesora que decía que la literatura era el mejor camino para ser escritora, porque no puede hacer otra cosa sino beber, escribir y fanfarronear, porque la vida es muy simple para complicarla con oficios o especialidades que cuesta un montón pagar, porque en la prepa conoció a un profesor que se expresaba muy bien en público y era respetado y querido entre sus compañeros de trabajo, porque no tiene voz ni voto en su familia, porque el hombre se está chingando a la naturaleza y ni quien diga nada, porque estudió la primaria en la Alfonsina Storni, porque es alérgica al polvo, porque lo que escribe no tiene ritmo pero está de moda entre los escritores famosos, porque sabe un secreto terrible sobre el futuro del mundo y la única forma de sobrellevar tal carga consiste en hacer lo que hace de mala gana porque en realidad no le gusta pero cree que lo hace bien porque sus amigos se lo dicen, porque el miedo y la ignorancia se combate en un cuadrilátero poético, porque teme a la oscuridad, porque se siente bonita y si escribe bien se siente soñada, porque le fastidian los programas patéticos del canal local pero tiene que verlos para sobrellevar el tiempo, porque las escritoras aunque envejezcan siguen siendo célebres mientras publiquen, una se mete a escribir porque la literatura no exige academia, porque detesta el pubis en los hombres, porque cuando tiene hambre si se fuma un cigarro, ésta se esfuma, porque no hay ilusiones ni luz al final del túnel, porque su mente vuela bajo y nunca será otra Virginia Wolf, porque su madre fuma y grita todo el tiempo, porque no sabe boxear y es cobarde, porque tiene envidia de esos mandriles que salen en la tele y ganan millones por decir estupidez tras estupidez, porque todos los feos escriben o violan, porque escribir es un límite, un dolor, un defecto más. Una se mete a escribir porque ama a Dios pero odia a las sociedades que lo han prostituido, porque cuando escribe puede decir lo que sea sin temor a represiones, porque le faltan ovarios para hacer algo mejor, porque teme morir sin conocer a Fidel, porque quiere ayudar a las personas pero no sabe cómo, porque los indígenas necesitan saber que no están solos, porque un cuarto de cuatro por cuatro se impregna de olor a pies un segundo después de haber sido trapeado, porque se deprime entre una y otra intención, porque érase una vez el amor pero tuve que matarlo.
Después de haber sorteado tanta podredumbre puedo decir que esta cursi historia cuenta con un final feliz. Me habría encantado narrarte una de esas historias de vida más excitantes pero, qué quieres, tampoco puedo inventar situaciones que no existieron ¿o sí? Como sea, aquí tienes para tu archivo una insignificante autobiografía más sobre la vida de alguien que gustosa, daría lo que fuera por vivir otra vez lo mismo. LB
miércoles, 12 de mayo de 2010
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